Ensoñación
En Mdv, J. me obligaba a imaginarme un lugar de Pamplona. Me sorprendía no ver la Taconera, el crujir de hojas, el perfil de la Mariblanca, Gayarre al fondo, como referencia. Piedritas blancas, apocalípticas, en los pies. (En ellas está escrito ya mi nombre). Y el olor a café. Tanta luz en los libros.
Veía, en cambio, una imagen en marcha. Sonaba a bobina de cine antiguo. Llego por Carlos III andando, y las torres de San Cernin desaparecen conforme me acerco. El cielo es azul y luce arremolinado; no aplasta como en Mdv. LAS MONTAÑAS ENCUADRAN EL MUNDO. Los ladrillos se apiñan para que quepa una casa más en la Plaza del Castillo. Esto veo, hasta que San Cernin desaparece.
Después hay otra imagen, dorada e íntima. Y sucede dentro de un pasillo. Allí oigo mis pasos, y este corazón sostenido.
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