Blogia
MURMUR

Vuelos

A veces me doy cuenta de que mis días pasan, y los espacios se van. Pero esa mañana rara, un espacio regresó.

El padre soltó a la niña, que echó a correr como un astronauta detrás de una paloma. La paloma se veía raquítica, con las plumas quemadas por el hielo y las nieves de los últimos días. Miró a la niña con el ojo en el extremo y, cansinamente, echó a correr. Se balanceaba de un lado a otro, moviendo las patas como rueda de molino. Como un abuelo que sigue la pantomima. No voló. Y el astronauta tomó su propio camino.

El espacio regresó nítido a la memoria de aquellos días en que empezaba a andar en esa misma plaza. Yo no los recuerdo, pero quedaron plasmados en la foto de una niña gorda que corría y reía, tras las palomas. Pero entonces el vestido era azul verano, no un forro Michelín. Y puede que las palomas volaran.

0 comentarios