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MURMUR

Middlesex

Dejé el libro en casa de Sol -la nueva casa de J.- para que G. lo pueda leer. Fue sólo un movimiento de backgammon. Yo dejé el libro sobre la mesa del salón y, desde ahí, a cámara deprisa, volví a Pamplona en tren, estudié a las noches, soñé que se apilaban cadáveres, me revolví, moví la cucharilla en el café, me saqué sangre, cumplí, comer, adiós J., tuve cuidado de no tropezarme en las escalerillas del avión, nubes de luz, abracé a Sam y no sé qué dijo en inglés, traté de no molestar en el metro con la maleta, me bajé en Osterley. Isleworth. Zona 4: Middlesex. London.

En el libro de Eugenides, Middlesex era una casa. Era la casa.

5 comentarios

Murmur -

Esperemos, A. O de lo contrario lo señalarán con pelos y cojones. Qué sé yo.

(Volvamos a la poesía y recordemos que es un gran libro de Eugenides, que J. me descubrió).

Ander -

Por cierto, me encanta ese nombre: Middlesex.

Supongo que para explicar su localización lo harán con pelos y señales.

Ander -

¡Hace meses que aprendimos a jugar al backgammon! Mucho exotismo oriental, y no es más que una especie de parchís (que es mucho más oriental, por cierto). En Londres o en la futura casa de Teruel te enseñaré a jugar.

(¡Menudo estirón ha pegado el blog! Lo he dejado unos días, tras el ataque amnésico de blogia, y míralo):

Murmur -

A. me regaló uno. Pero todavía le tenemos que dar. Te espero.

j. -

Se me había pasado por alto, pero... ¿desde cuándo sabes tú de backgammon? Um, yo quiero.