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MURMUR

Arde Londres II

Despues de la alarma de incendios, volvi al mostrador de los libros. Depende de quien te atienda, no se les entiende nada. Pero como siempre te piden lo mismo -tarjeta, libro, apellido, numero de mesa-, una va desarrollando tecnicas para capear el ingles cerrado. En esto el segnor me llama varias veces porque no le entiendo su "Next, please". Eso me pone nerviosa, pero como solo tengo que dejar unos libros, decido que va a ser rapido: tanto como no tener que decir nada. Pero, entonces, el tipo me pregunta algo. Nivelo las opciones y decido. Y CANTO mi numero de mesa. El tipo levanta una -solo una ceja-. "Curioso apellido, verdad?", me dice. Y voy yo y le entiendo.

Arde Londres I

Lo hablabamos estos dias con A.

Estaba sentada delante de la doble de Zadie Smith en la biblioteca (con pagnuelo etnico incluido) cuando ha comenzado a sonar la alarma de emergencia. He levantado la cabeza, pero como nadie movia un pelo, he vuelto a mi estudio. Un poco preocupada, eso si. Al cabo de CINCO MINUTOS sonando sin que nadie hiciera un movimiento fuera de lo normal, la alarma ha redoblado el repiqueteo. Ahora si, se ha levantado alguna cabecita: me temo que las del resto de europeos.

Gracias a Dios, la encargada de la planta 1 (Humanidades) se ha puesto al frente del barco y nos ha dicho que "por favor, segnores, si tuvieran la amabilidad de abandonar la biblioteca por la puerta de emergencia". Y entonces es cuando ha empezado la salida al te. Damas y caballeros acudian gracilmente a la puerta lanzandose, al fin, sonrisillas. Los caballeros abrian las puertas, las damas decian "gracias", y asi a lo largo de corredores y corredores. "Gracias", "de nada", "gracias". Yo tenia ganas de bailar un minue.

Lastima que luego nos hemos helado el moco durante una hora en la que, por supuesto, llovia. Pero hoy ya se para que sirven los investigadores. Morimos con elegancia.

Apuntes raros de primera semana

Estas son algunas cosas que he visto.

Hay tanta agua que el sol se refleja en todos los sitios: las aceras, las vallas, los cristales enmarcados en madera blanca. Sobre todo, se concentra en las copas verdes de los arboles. Hoy, en cambio, se ha puesto a nevar. Casi nunca nieva en Londres: la nieve se arremolina ante los faros de los taxis, y caen gruesos copos en mi abrigo negro. Mis botas apenas tocan el suelo. Soy veloz.

San Patrick's Day el sabado. Salgo de la British Library con la intencion de bajarme en Leicester Square, pero hay tanta gente en los andenes que me da pereza. He conseguido encontrar un sitio, y son solo caras que se apelotonan frente a la segnal del metro. Y se van, y se sustituyen. Lo mejor es que he visto pasar un metro que carga carbon. Asi llego a Hammersmith. Ayer mataron a un chico negro en la calle principal, al lado de la casa de dos millones de pounds de un famoso actor. A mi la ciudad me parece deprimente. Huele a manteca derretida, y todo es cheap. El cine es todavia mas deprimente, y mas aun mi eleccion: Becoming Jane. Pero lo peor sin duda es que consigo no entender nada de la peli.

Hallo la misa catolica. Tampoco entiendo nada al cura. Pero me gusta que se quede estancado y que chirrie antes de arrancar con la homilia.

La British Library es la mejor biblioteca del mundo. Estoy en casa. En medio, hay una columna de cristal enorme en la que reposan miles, cientos de miles, millones de libros. Los ingleses hacen estas cosas con naturalidad. Como el segnor blando y mantequilloso, el colmo de la Englishness, que se sienta  mi lado. Llega deprisa, cuando falta una hora para el cierre. Respira agitado y abre un libro: mujeres coreanas en la posguerra. Y entonces empieza a escribir en coreano.

Quedo con el tio de Majo, un productor argentino, en el cafe del National Film Theater. No encuentro trabajo y termino teniendo una conversacion politica. Llevo un vestido rojo chillon muy adecuado. Y deliciosamente izquierdoso.

En todos los sitios veo a J. Sobre todo, no se por que, cuando paso junto una torre-reloj con la reina Victoria ahuecandose como las gallinas.

Escribirme

A veces me escribo, como todos. Y entonces J. se queja, porque no quiere verme triste. Yo le sonrio y le digo: y quien no se escribe? El entonces agarra y me baja a la vida.

Irse

Irse

 

 

ADIÓS, MUCHACHO.

 

 

Buenos y alemanes

Buenos y alemanes

La cosa es que me ha gustado. Pero me esperaba un pelín más. Y lo cierto es que da, justamente, lo que promete: que es una película clásica en el sentido clásico de la palabra, con la distancia clásica bien medida, los labios pintados a lo clásico y el clásico héroe falsamente panoli. Hasta el amor, ay, huele a clásico.

Pero yo estoy hecha una sensible, y aprecio cada día más lo natural. Ayer yo quería que me contaran una historia desde el corazón, no a partir del cine. Y aunque sé que esta mezcla de Casablanca y El tercer hombre me gusta con la cabeza, todavía no calienta el pecho. Sería por ayer, por la nostalgia de irme de nuevo. Pero, al contrario que Cate, sé que las ciudades sí se dejan atrás.

(En cualquier caso, prefiero mil veces este esteticismo que los bonsáis. Sí, J.).

Middlesex

Dejé el libro en casa de Sol -la nueva casa de J.- para que G. lo pueda leer. Fue sólo un movimiento de backgammon. Yo dejé el libro sobre la mesa del salón y, desde ahí, a cámara deprisa, volví a Pamplona en tren, estudié a las noches, soñé que se apilaban cadáveres, me revolví, moví la cucharilla en el café, me saqué sangre, cumplí, comer, adiós J., tuve cuidado de no tropezarme en las escalerillas del avión, nubes de luz, abracé a Sam y no sé qué dijo en inglés, traté de no molestar en el metro con la maleta, me bajé en Osterley. Isleworth. Zona 4: Middlesex. London.

En el libro de Eugenides, Middlesex era una casa. Era la casa.

Se jodió el día

Se jodió el día

Hoy, al fin, me he levantado contenta.

Pero Thomas Pavel me jodió el día: "En la novela, género que considera al hombre en función a su adhesión al ideal, plantearse esa cuestión axiológica [una que aquí no viene a cuento] LLEVA A PREGUNTARSE SI, por defender dicho ideal, el hombre debe resistir el mundo, sumergirse en él para restablecer el orden moral o esforzarse por remediar su propia fragilidad; en otras palabras, si el individuo puede habitar el mundo donde nació".

Aún no tengo respuesta a tantos aspectos de la novela.

P.D.: Aquí, Pavel tocándose la barbilla en plan cabroncete.

Yo estaba con Pe. ¿Y qué?

Yo estaba con Pe. ¿Y qué?

Sé que esto decepcionará a Nomeacuerdo, pero como creo que no se acuerda de mi maldito blog -nadie se acuerda, de hecho. La contrapropaganda fue un éxito hamletiano- pues no se enterará en la vida.

Lo cierto es que paso bastante de los Oscar, pero será el orgullo patrio o proletario, que me hace emocionar siempre que veo a alguien salir de, digamos, Alcobendas hasta las estrellas y más allá. Me gustan estas historias y otras tórridas escenas románticas. Por ejemplo, que la Pe se líe con el Caprio siempre y cuando éste mantenga el acento de "Infiltrados".

La buena noticia es que ganó Martin Scorsese -bien por J.-, que comprobé lo impronunciable de su nombre en inglés -con lo fácil que es: ES-COR-SE-SE-, y que dijo "Thank you" con acento de francotirador de Brooklyn en la Segunda Guerra Mundial.

Y hablando de Segunda Guerra Mundial. La pena es que Eastwood no se llevó este año nada, cuando "Letters from Iwo Jima" es, de lejos, la mejor película que ha hecho en los últimos tiempos gracias, en gran parte, a un guión al fin verdaderamente sólido. En mi opinión, Iris Yamashita demuestra estar sobre Paul Haggis. Cosas de mujeres. O cosas de tesistas locas por lo bélico.

 

Tras la desaparición

Todos sabemos lo sibilinos que son los gatos.

Hace poco, blogia nos hizo desaparecer a J. y a mí. Se tragó, además, varios de nuestros post. Como para mí esto de los blogs convoca todos mis fantasmas sobre lo que realmente quiero hacer (para uno el universo se expande; para mí, los blogs lo hacen), no me preocupó demasido. De hecho, acucia más mi conciencia mi súbita reaparición.

Trato de hablar en mi tesis de la memoria. Pero no puedo citar a Pessoa, ni sus gatos, ni los niños que crecen entre sillas. Aferrada al confróntese. Atada de pies y encabezados.

Al menos hubo unos días en que dije que blogia me borró. En realidad, me estaba haciendo la gatuna.

 

Vuelos

A veces me doy cuenta de que mis días pasan, y los espacios se van. Pero esa mañana rara, un espacio regresó.

El padre soltó a la niña, que echó a correr como un astronauta detrás de una paloma. La paloma se veía raquítica, con las plumas quemadas por el hielo y las nieves de los últimos días. Miró a la niña con el ojo en el extremo y, cansinamente, echó a correr. Se balanceaba de un lado a otro, moviendo las patas como rueda de molino. Como un abuelo que sigue la pantomima. No voló. Y el astronauta tomó su propio camino.

El espacio regresó nítido a la memoria de aquellos días en que empezaba a andar en esa misma plaza. Yo no los recuerdo, pero quedaron plasmados en la foto de una niña gorda que corría y reía, tras las palomas. Pero entonces el vestido era azul verano, no un forro Michelín. Y puede que las palomas volaran.

You potty?

You potty?

Cosas de mi nueva faceta de tía (esta vez a secas). He sido iniciada en el increíble mundo de los aparatos de tortura dedicados a los niños. Por pura nostalgia, me he inclinado por un par de hamacas de Babybjörn, cuya página recomiendo vivamente para todo aquél que quiera pertenecer a un club de fans con fundamento: http://www.babybjorn.com/

Me siento otra después de la compra. Pero, sobre todo, con un nuevo descubrimiento. Se llama Potty-Chair, y la podréis encontrar en la página mentada arriba, sección productos. (De nada). Mi consideración -y curiosidad, he de reconocerlo- me obliga a facilitar el trabajo de todos aquellos vagos y queridos amigos. Y me he permitido una selección.

Esto es una Potty-Chair último modelo. Útil, higiénica, inspiradora... La podría usar cualquiera, y quedarse bien satisfecho.

No así ésta, que se me ha borrado del susto. Es la Potty-Chair Wood: comparable en su ascetismo a Fray Luis de León, que diríamos ayer. Se me antoja que, tal vez, podría utilizarla en sus años mozos -y no tan mocicos- un espía al que me conozco, cuyo nombre empieza por V. Pero, desde luego, que conmigo no cuente para tomar ese café. Ya me entra frío.

Algo más cálidas son las opciones de J. Y aristocráticas, para qué engañarnos, pese a ese republicanismo de postal. (Algún día, cuando ya no tengamos dientes, prometo que te compraré una Majesty Potty-Chair).

 

Y si me preguntáis a mí, prefiero confesar antes donde NO podría sentarme jamás. Y es aquí. ¿A quién demonios se le ha ocurrido presionar a la naturaleza y, sobre todo, al talente individual con un segundero? ¿Qué maligno espíritu es capaz de declarar una Potty-Hour?

 

A H. la quiero tanto -sobre todo cuando se enfada- que le envío en trasatlántico la Potty Chair más entretenida del Potty Reino. Ella es como una princesa inca. Pero en blanca.

 

Como el de la Vespa sólo compra chollos, creo que lo mejor es otorgarle alguna que dure mucho. Que sea rotunda, vaya. Para lo cual he hallado la Roble Sólido Potty-Chair. Prefiero no pensar todo lo que se puede hacer con ella.

Nomeacuerdo, en cambio, caería en la mortal trampa de la Child-Potty, cuyas instrucciones no avisan de que ¡HAY QUE ABRIRLA!

Hay una que me ha robado el corazón, sí. Porque ¿quién -llegado el caso- no aceptaría hacerlo justo en medio de la sesera de Darth Vader? Yo, sin duda, no renuncio a la Potty-Darth. Y QUE LA FUERZA ME ACOMPAÑE.

Y terminé

Arrancándole horas a la madrugada.

 Al final, la cosa es distinta de lo que pensaba. Por supuesto que no empeora, pero ya me había hecho con un nivel de sangre y... No digo más. Tal vez el tema de los veteranos me tiene muy hasta arriba. O tal vez es bueno de verdad y prefiero zanjarlo.

No estoy preparada para agobiarme por gente con pelo verde y huesos en las narices. De momento, me siento remilgadamente progre.